Lo que más me gusta del invierno en el fútbol son los
fichajes de este momento del año. Un movimiento de urgencia. La improvisación
de un regalo desesperado. La mejor muestra de cómo se puede carecer de criterio
cuando se acerca el gong final. Fichar en enero es como querer ligar a partir
de las 3 de la mañana. Algo que preferirías no haber hecho pero que, de forma
irreversible, se queda grabado a fuego en la memoria de los espectadores. Soluciones
de última hora que, sin ser las mejores, pueden llegar a ser queridos como el
que más.
Me gustan los fichajes de invierno porque tienden a la
osadía. Una muestra de contracultura. Si nos insisten con que hay que ser
previsores, planificar y anticipar los contratiempos, tener todo listo desde el
comienzo, la eterna fábula de la cigarra y la hormiga. Aquí soy como Santa, el
personaje de Javier Bardem en Los lunes al sol, qué le den a la hormiga.
Cumplir con el cánon nos habría privado de disfrutar de gente como Gravesen,
Faubert, Bogarde, Kevin Prince Boateng, Karembeu, Adebayor, Coutinho, Cassano…
En apariencia pueden parecer adquisiciones inútiles pero, a su manera,
encierran su forma de belleza.
El mercado de invierno suele ofrecer fracasos pero, también,
ha dejado sus aciertos y gratas sorpresas. Recuerdo con agrada la llegada de
Aimar a Valencia, el balón de oxígeno que supuso Davids en el Barcelona de
Rijkaard, la llegada de los imberbes Higuaín, Marcelo y Gago al Madrid y el
shock que me provocó la llegada de Martín Palermo que venía de fusilar el
Madrid en la Intercontinental al Villarreal. El mercado de invierno nos da
mucho, por eso, conviene no olvidarlo. Seguro que hubo equipos que lograron
lo que pretendían con su revolución de invierno. Jugadores llegados para
cumplir su misión y marcharse con la llegada del verano. En Salamanca también
hemos tenido de éstos y conviene no olvidarlos.
Fichajes de Invierno
en Salamanca
Diego Latorre: el
mediapunta argentino vino seducido por la filosofía de juego de Juanma Lillo
pero apenas aportó un gol en los poco más de veinte partidos que estuvo por
Salamanca. Dejó algún detalle suelto de su clase pero no pudo aportar nada en
el intento de lograr la salvación en el retorno a primera.
Miguel: el
central llegó procedente del Espanyol para fortalecer la defensa blanquinegra
en el intento de regreso a Primera. En su primer año aportó su experiencia en
aquella segunda vuelta inolvidable que acabó con el ascenso en Vitoria. Salió
del club en el siguiente mercado invernal rumbo al Lleida en busca de los
minutos que no encontró en el eje de la zaga blanquinegra.
Gabriel Popescu:
estuvo apenas seis meses estuvo en Salamanca pero dejó las arcas llenas gracias
a su traspaso al Valencia por casi mil millones de pesetas. Dejó grabada en la
retina de los aficionados del Helmántico su capacidad para el disparo lejano
que nos dio la oportunidad de ver golazos inolvidables.
Gustavo Lombardi:
el rubio lateral argentino llegó procedente de River Plate dos años después de
haberse proclamado campeón del mundo en Qatar compartiendo equipo con Biagini,
Sorín e Ibagaza. Sorprende descubrir que se retiró a los 27 años de edad tras
su paso por e Alavés ya que, según sus palabras, el fútbol no era lo más
importante de su vida.
Marinescu: su
llegada no tuvo el impacto deseado y no consiguió mejorar un equipo que empezó
dirigido por Russo, pasando por Ortuondo y terminando con el Lobo Diarte en el
pozo de la clasificación. Su elevado caché para segunda obligó a cederle al
Farense de donde volvió a pasar dos temporadas más. El bueno de Lucian se
enamoró de la ciudad y se le puede ver paseando por ella donde ha instalado su
agencia de representación de futbolistas.
Bonillla: el
colombiano llegó alcanzada la primavera a préstamo de la Real Sociedad a
consecuencia de sus desencuentros con Clemente. Tuvo un impacto brutal en un
equipo que en diciembre estaba ascendido pero que se derrumbó en la segunda
vuelta. Su llegada ayudó a remontar el vuelo marcando cinco goles en los dos
meses que estuvo aquí. El ascenso no se consumó al tener el equipo perdido el
gol average con el Villarreal.
Cacá: el
delantero brasileño dejó media docena de goles en el seis meses que estuvo en
Salamanca a las órdenes de D’Alessandro. Tras su paso por el conjunto charro se
volvió un auténtico trotamundos y en España pudieron disfrutarlo en Las Palmas,
Albacete o Alicante.
Biel Ribas: el
portero vino en un momento en que la portería estaba mermada por las lesiones.
Dejó un buen recuerdo en Salamanca aunque a sus espectaculares intervenciones
le seguían, en muchas ocasiones, errores inexplicables.
Akinsola: sin
duda el fichaje de invierno que más ha calado en el corazón de la hinchada. El
nigeriano llegó comparándose con Etoo, haciendo gala de la osadía de su
juventud. Apareció en la sala de prensa acompañado de su compatriota Edile que
de ahí fue directo al hospital aquejado de malaria. La hinchada se levantaba
cada vez que salía al campo el bueno de Kabiru aunque, la verdad, no dejó muchos
goles a celebrar pero, aun así, un jugador inolvidable.