C.D. Izarra 2 - 6 Unionistas de Salamanca
El mejor espectáculo tras un partido de fútbol es un
concierto. Da igual el día de la semana, la música y el balón consiguen
despertar pasiones. Y, para prueba, lo que llevamos vivido esta semana. El lunes
con el café de media mañana se hablaba
de la suspensión del partido del Rayo Vallecano frente al Albacete por los
cánticos de la grada hacia el ucraniano Zozulya. Entre medias, partido de Copa y clásico. El viernes, el tema de la polémica
pasó a ser el concierto en la ciudad de Los Chikos del Maíz.
Lo bueno del fútbol y la música es que te exponen a lo
distinto. Es la posibilidad de contactar
con lo diferente. Sin embargo, como dice el filósofo coreano Buyng-Chung
Hal estamos, cada vez, más cerca de conseguir que el otro desaparezca. Nos
rodeamos de mensajes positivos, tan Mrs Wonderful, de otros tan iguales a
nosotros que nos creemos felices cuando lo que hacemos es olvidar rápido. Consumimos
series en streaming, capítulo tras capítulo, poque podemos tragarlos sin
necesidad de masticarlos. Buscamos, en las pantallas de nuestros bolsillos,
contactar con los que son iguales que nosotros para evitar mirar al otro con el
que nos cruzamos en la calle. Nos encerramos en la autopropaganda de nosotros
mismos. Ya no veo gente joven en los gimnasios con pelo en la espalda y, cada
vez son más, los que no van a ningún sitio sin haber quedado antes con su propia
réplica para encontrarse.
Expulsar lo distinto de nuestra vida provoca infartos. No existe
defensa posible ni peor forma de destruirse, desde el interior, desde lo igual.
La música necesita tanto las letras políticas de Los Chikos del Maíz como las
rancheras del crooner Bertín Osborne. El fútbol, del mismo modo, necesita el Barcelona
de Guardiola como el Madrid de Mourinho. Pero no sólo como rival ajeno necesitamos un otro, un distinto, sino que nos hace falta dentro de uno mismo. El Barcelona, necesita al contracultural Arturo Vidal para reafirmar su
identidad como la España de los bajitos
necesitó a Marcos Senna para saber quién era, para tener forma y tensión., y el Madrid de Zidane necesita a un Bale desapegado del discurso de que no hay nada más grande para un futbolista que cumplir sueño de jugar de blanco.
Salamanca necesita más gente joven y, al contrario de lo que
comentan muchos, dos equipos de fútbol. De no existir se perdería, igualmente,
el contacto con lo distinto. Quedaría un solo modelo dominante que debido a su capacidad para copar los medios de comunicación, por
desgracia, como ya vimos hace unos años, terminaría provocando su propio
exterminio. No quiero que la música ni el fútbol desaparezcan de mi ciudad, como no me gusta saber que Ozil no aparece en el PRO de China por sus críticas a la persecución de los musulmanes en China.
Quiero ver a mi equipo ganar como hoy sabiendo que es necesario haber perdido. Quiero que
me dé alegrías como las de esta tarde y la del martes en la Copa del Rey al tiempo que convivo con la frustración
del pozo de la clasificación. Quiero que David Grande, con goles, me cierre la boca. También quiero, si alguien tiene, una entrada
para el concierto.
Unionistas: Brais, Gallego, Zubiri, Piojo, Ribelles, Javi Navas (Matthieu 41´), Pedro López, David Grande, (Garrido 72´) De la Nava (Guille Andrés 60´), Álvaro Romero y Góngora.
Goles: 0-1 Ribelles 16´, 0-2 David Grande 34´, 0-3 David Grande 41´, 0-4 David Grande 56´, 1-4 Ibai 59´, 1-5 Guille Andrés 71´, 2-5 Laborda 77´, 2-6 Ribelles 92´.