Tengo demasiadas cosas que no sirven para nada. Decenas de
objetos que no tienen ninguna utilidad para mi día a día o que ya perdieron el
uso que tuvieron en su día. Conservo los apuntes de las carreras universitarias
que realicé hace más de una década, coleccionables de actividades que jamás
utilicé y vajilla que no he usado jamás ni pienso usa porque no tengo intención
de invitar a nadie a comer a casa. He perdido la cuenta de todos los objetos
inútiles que han pasado por mi vida. De todas las cosas en apariencia inútiles de la que no
pienso desprender nunca es del fútbol. Son muchos los que dicen que carece de
sentido ver a veintidós personas persiguiendo de un lado a otra una pelota.
Desconocen el verdadero significado, la carga simbólica que hay detrás.
El pasado domingo, mi sobrino me acompañó a buscar la prensa. En el kiosco tuvo el capricho de comprar una figura que desconocía: SuperZings. Se trata de pequeñas figuras de goma que representan objetos cotidianos: una plancha, un libro, una aspiradora, una piña… Son numerosas las figuras que existen y cuentan con un sinfín de complementos para poder completar la experiencia de juego. De regreso con sus padres no vieron con buenos ojos que WheelZack, una figura en forma de volante, pasará a ser un habitante inanimado más de la casa. Desde un punto de vita pragmático no entendían la necesidad de atesorar una nueva figura. Más aún cuando ya son decenas de las que mi sobrino acumula en su estante de los juguetes como pude descubrir en el momento que mi sobrino se apresuró en conducirme a su rincón de juegos.
Mientras simulaba ojear el periódico, observaba a mi sobrino
jugar, tracé hipótesis de la carga simbólica que puede haber detrás de esa
figura para él. Me imaginé que, de ese momento en adelante, esa figura sería
una forma de estar presente en el espacio privado de su casa y su imaginación
aun cuando no estuviese. Que puede recordarle la disponibilidad de su tío para
ayudarle a conseguir lo que desea, una forma de acceso a recursos
que le son negados, un símbolo de afecto…
Y así, algo en apariencia inútil, se carga de significado, de poder
simbólico y nos permite sentirnos más cerca, más unidos, más numerosos.
El fútbol, como los SuperZings, tiene un gran poder
simbólico. Aumenta nuestra capacidad de sociabilidad, nos permite comunicarnos
de forma más horizontal, diluyendo las jerarquías y la estructura social, y de
forma intergeneracional, nos ayuda a explicar el pasado, entender el presente y
proyectar el futuro… Sí, lo reconozco, el fútbol sigue siendo inútil en el día
a día de mi organismo, pero nos ayuda a mejorar como conjunto. Porque, de
repente, ente tanto culto al individuo encontramos una forma de cohesionarnos a
otros. Sí, el fútbol es inútil, pero la victoria de Unionistas en Burgos el domingo puede que no sea más que un partido. Tres puntos.
Unionistas: Brais, Piojo, Pedro López, Zubiri, Gallego, Portilla (De la Nava 60´), Ribelles, Javi Navas, Álvaro Romero, Garrido (David Grande 56´) , Guille Andrés (Garrido 70´)