C.D Tudelano 3 - 1 Unionistas de Salamanca
Estoy acostumbrado a que no me den
bola. Son muchas las cosas que tengo que decir, soluciones que ofrecer y
propuestas irrenunciables pero,desde pequeño, siento que mi papel en la vida es
ejercer, de forma cumplida, de un relleno silencioso. Puedo convocar una
reunión en el trabajo y salir de ella sin haber dicho palabra. Celebro mi
cumpleaños en familia y, en apenas un instante, mis sobrinos me roban el
protagonismo. Le hago propuestas a cada cual más atractiva a mi pareja y, hasta
la fecha, ninguna de ellas ha sido aceptada. Me siento como Álvaro Romero con
Góngora en cualquier saque de falta o un lanzamiento de córner, un mero
acompañante circunstancial. Un rey consorte, un simple testaferro del éxito de
los demás, un extra en la vida de película de los demás.
Cuando era niño, me pasaba los
sábados jugando al fútbol. Madrugaba con mi primo y un par de amigos para poder
chutar a puerta en las únicas porterías reglamentarias que había en mi barrio.
Ser los primeros en llegar te daba la oportunidad de sentirte un futbolista de
verdad, dejar atrás los campos de futbito, y dar el salto a una categoría
superior. Nos pasábamos la mañana chutando a puerta buscando el gol por la
escuadra y, sin embargo, con mis piernas de alambre era incapaz de levantar la
pelota a un metro del suelo a balón parado. Podíamos pasar horas así, hasta que
llegaba la hora de comer o hasta que la noche nos impedía ver la portería.
Realmente esto ocurría pocos días porque, la mayoría, en cuanto llegaba un
grupo de mayores, te apartaban del campo sin consideración. Pocas fueron las
veces que te invitaban a jugar con ellos, la solidaridad no era un valor muy
presente en la juventud de los ochenta. Sin embargo, había mañanas en las que,
por completar los equipos te daban la oportunidad de jugar. Eso sí, con una
regla inamovible, no te iban a pasar el balón y tu rendimiento se iba a medir
como el de Antoine Griezmann, por tu capacidad para no entorpecer demasiado y,
sobre todo, no quitarle nunca el balón al que iba de estrella. El único momento
de gloria que se podía uno permitir era, a consecuencia de un rechace, regatear
al que seguía ejerciendo el papel de relleno que nosotros desempeñábamos con
ilusión, con unos años más y ciertos signos de desencanto.
La tragedia de ejercer un papel
representativo la viví también con varias novias. Encadené varias con las que
nunca llegué a besarme pero a las que invitaba gustoso a ver los estrenos al
cine, a unas partidas al Tetris y al Pang en los recreativos, a cenar perritos
calientes y pizzas cuando eran toda una novedad… Más mayor he ido a fiestas y
conciertos que no me apetecían, he pagado cenas en los restaurantes y mesones
de moda, invitado a copas de Martini limón a las más remilgadas y Absolut a las
que prometían mayor libertinaje. Todo a cambio de nada. He tenido novias con
las que no me he besado y, muchas más, con las que siquiera llegué a acostarme.
En el terreno amoroso soy como Welliton Soares, ese brasileño que llegó al
Celta de Vigo disputó cinco instrascendentes minutos frente al Elche sin llegar
a tocar el balón, y es recordado por ser detenido a las cinco de la mañana
conduciendo borracho al salir de una gasolinera después de comprar varias cajas
de cerveza.
Pero de todo esto he aprendido la
lección y lo hago jugar a mi favor, he conseguido sentirme imprescindible. Soy,
sin miedo a reconocerlo, uno de esos tipos sin nada que ofrecer pero necesarios
para un equipo, de los que hacen vestuario y completan el fondo de armario. Un
tipo que sigue lanzando desmarques, ansiando recibir el balón de un pase que
nunca llega, tratando de distraer las defensas más férreas y sortear las
vigilancias entre tragos y canciones. No hay más. Aquí seguiré esperando un
pase de la muerte sin el menor gesto de protesta.
Unionistas de Salamanca: Mario, Zubiri, Pedro López (Cavafe 32´), Góngora, Piojo,
Albístegui, Gallego, Óscar González, Pablo Aguilera (Matthieu 72´), De la Nava y Guille Andrés (Garrido 78´).
Goles: 1-0 Álex Sánchez (min.36), 1-1 Guille Andrés (min.44) , 2-1 Calderón (min 55), 3-1 Obi (min.82)
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