Racing de Ferrol 0 - 1 Unionistas de Salamanca
Llevaba años, hasta la llegada de la pandemia, sin sentarme
en un banco. De niño veía a un adulto sólo sentado, con un periódico a mano y
rápidamente lo tomaba por un espía. Luego de adolescente me senté mucho en los
bancos de distintos parques a esperar, fumando los primeros cigarrillos, que la
vida me ofreciese una aventura para no volver a sentarme en uno. Con el paso de
los años, Salamanca alumbro un banco en cada esquina, pero ya dejé de utilizarlos
y no volví a prestar atención a quienes los ocupan. Ahora, he vuelto a
utilizarlos con frecuencia y nadie repara en mí.
Frecuento el sentarme en bancos desde el último cierre de los
bares y me vi obligado a buscar una alternativa para descansar del trabajo. Hasta
entonces, si querías descansar tenía siempre a mano un bar y no contemplaba
otra opción posible. Sin embargo, un día te das cuenta de que tienes un banco a
cada paso donde parar a recobrar fuerzas sin tener que abonar ninguna consumición.
Es más, puedes sentarte en ellos sin necesidad de fingir ser alguien ni saber
de nada, además, puedes estar todo el tiempo que quieras. Los sociólogos dirán
que un banco es un no lugar, los economistas que en ellos nuestro tiempo no
tiene ningún valor agregado y para los psicólogos un lugar para analfabetos
emocionales.
Fijándome bien en todas estas semanas, aunque el invierno no
acompañe, rápidamente en la antropología de los bancos te das cuentas que hay
sentados más viejos que viejas. Que los hay que los frecuentan habitualmente porque
van equipados con cartones para burlar al frío. Los hay que se sientan para
descansar del paseo. Me he fijado bien y me parece que también en los bancos se
sientan quienes acaban de romper con su pareja mientras mastican la idea de
volver, y a su lado puedes encontrar a un adolescente que espera reunir el
valor suficiente para llamar a la chica que le gusta. Los hay que han perdido
su trabajo y esperan encontrar otro pero también los hay que ya no se acuerdan
de que los despidieron ni el trabajo que hicieron. En los bancos también se
sientan muchos padres a esperar a que los hijos terminen con sus juegos. Pero,
sobre todo, lo que ves en un banco es a mucha gente perdiendo el tiempo mirando
la pantalla del teléfono. En un banco te sientas a esperar.
Creo que no hay lugar donde llegas a ser más tú que en un banco de la calle. Ves a alguien sentado en una silla de una terraza y los ves tratando de ser alguien, Sin embargo, tres metros más adelante si te prestas atención, sentado en un banco, verás a alguien que no es más que él mismo. Ahí estará sentado, un niño, un viejo, una mujer, un hombre… Mirar con más frecuencia a la gente que se sienta en un banco nos haría mejores personas. Por eso creo que Hernán Pérez es buena persona, porque sabe mirar a quienes le acompañan en el banquillo y que estos se le muestren sin fingir ser quienes no son, lo que tienen y pueden ofrecerle a cada momento. Así, quienes ayer en Ferrol salieron del banquillo ofrecieron lo que ya no quedaba en el campo, fuerzas e intensidad en una presión en la que tres de los que salieron del banquillo devoraron un balón que Álex Rey colocó en la escuadra y que nos indicaba la ruta de la felicidad, como decía la canción de Tom Waits, del largo camino de vuelta a casa.
Unionistas de Salamanca: Miguel Serna, Marín, Ramiro Mayor, Benjamín Garay, Jon Rojo, Lamadrid, Luis Acosta, De la Nava (Pepe Carmona min.69), Cristhian Montes (Álex Rey min.75), Manu Viana (Íñigo Muñoz min.61) y Aythami.
Goles: 0-1 Álex Rey (min.88)