Creía que era imposible, por eso lo hice. Me he encontrado esta frase de Einstein en decenas de presentaciones y clases sobre la autoestima. Sin embargo, si se la hubiese dicho a mi madre cuando con ocho años fue reclamada de urgencia por la directora del colegio porque mi cabeza se había quedado atrapada en la valla del colegio o cuando, con quince años, me encontró borracho en casa después de esquilmar la botella de ginebra Gordon´s que llevaba toda la vida adornando el minibar, todo lo que hubiese conseguido es aumentar la potencia de los dos bofetones que recibí como recompensa a mi audacia. Mi madre no ha sido nunca de videos motivacionales ni de frases propias de emprendedores, y sí muy partidaria de concreto: puedes equivocarte, me decía, pero no me vengas con cuentos.
He sido un crédulo de primera a lo largo de toda mi vida. Hay cosas que, si están bien justificadas y se ajustan a la imagen que tengo del mundo, las tomo por incuestionables. Quién soy yo para dudar acerca de la existencia entre nosotros de alienígenas ancestrales, de las escapadas nocturnas del emérito en moto, de la anécdota de la mermelada, un perro y Ricky Martin o, más recientemente, de la Superliga de Florentino. No cuestiono nada aunque, a veces, me sorprendan ciertas noticias. Por ejemplo, esta semana me ha sorprendido leer el fallecimiento de El Risitas cuando habría jurado hasta el infinito que llevaba muerto muchos años. Es algo que me ocurre con frecuencia, dar por fallecidos a personajes conocidos (Carmen Sevilla, Robe Iniesta o Jackie Chan) a los que luego descubro que están vivitos y coleando.
Con todos estos antecedentes lo más normal es que fuese socio de Salamanca CF UDS. Pasar cada verano ilusionandome con sus fichajes, sorprenderme al volver al Helmantico para comprobar cómo se ha convertido en un estadio del siglo XXI, disfrutar de la solvencia económica y buen hacer de un club bien gestionado. Creer cada septiembre que el equipo será capaz de cualquier cosa. La vida es mucho más fácil cuando crees.
Contra todo pronostico soy socio de Unionistas de Salamanca porque, una vez alcanzados los cuarenta, he sido capaz de encontrar un punto de equilibrio entre mi credulidad sin límites y la realidad. Soy de Unionistas porque si hay algo que he hecho bien en la vida es seguir los consejos de mi madre: aprender de los errores para estar más cerca de conseguir las cosas que deseo, dejar de recurrir a las excusas, dejar de creerme todos los cuentos y, por último, saber rodearme de personas que siguen este mismo modo de ver la vida. Es, a mi entender, la señal definitiva de mi madurez.
He culminado el día de la madre con el regalo de la victoria en la sobremesa ante el Burgos CF. Al acabar la comida como postre he recibido unos fresas con nata acompañadas de la mirada orgullosa de quien me dio la vida, que me ha despedido con un beso lleno la satisfacción de quien no ha tenido prisa conmigo. Mi madre estaba radiante al ver que su único mandato conmigo se ha cumplido. Verme tratando de hacer siempre todo lo posible por ser, al menos, igual de bueno que el día anterior. Mi madre es muy unionista.
Imagen: María Serna publicada en El Norte de Castilla