Ayer volví a casa, volví a las Pistas tras año y medio de ausencia. Pasé dos horas con la sensación de quien vuelve a su viejo cuarto, reconciliado con el mundo y con la vida . Sin embargo, al regreso del partido, un periodista radiofónico
cargó de tensión la burbuja de mi Hyundai hablando de fracaso. Lanzaba diatribas acerca
de un fracaso concreto: el español, hasta el momento, en los Juegos Olímpicos. Las
diez medallas obtenidas hasta hoy le dolían como una extracción de muelas sin
anestesia. Con la contundencia de su voz intentaba y lo magnánimo de su
discurso quería frenar la euforia por las perseas obtenidas en los últimos días
ya que el objetivo debe ser, según él, estar en los mismos números que países
como Francia o Italia, alrededor de treinta medallas.
Tomó aire y, para concluir su alegato, bajó el tono para
solidarizarse con los deportistas que estaban, al amparo de la competición,
haciendo visibles y reconociendo problemas de salud mental debido a la presión
impuesta para conseguir resultados y cumplir con las expectativas de millones
de ojos puestos sobre ellos. Las señales horarias pusieron el broche final a su
discurso.
Siempre me ha sorprendido la facilidad que tenemos para tomar
como vara de medir el resultado y no atender al proceso. El éxito, recalcan los
entrenadores, está más en la disciplina del trabajo diario que en el resultado
obtenido un día concreto. Leía al comienzo de los juegos Fred Vergnoux,
entrenador de Mireia Belmonte, afirmar que la diferencia está en la visión a
largo plazo, para entender que para conseguir buenos resultados son necesarios
ciclos largos.
El gran reto el que tienen por delante los entrenadores, sea
cual sea su disciplina, como lo tiene por delante el técnico Dani Mori en
estas semanas de pretemporada, estriba en poner en práctica el camino a seguir por
un grupo de deportistas comprometidos con las decisión de recorrerlo. Mantener el rumbo
fijado ahora para alcanzar el resultado final en junio y saber que, la
diferencia real, el matiz que permitirá estar por encima del resto estará en el hábito de
entrenar, cada día, cada jugador, para sacar cada uno, la mejor versión de
sí mismos.
Una vez aparcado el coche, saqué el teléfono, busqué en
twitter y bloqueé al periodista abatido por la derrota de estar
haciendo, en ese momento, lo que debería haber hecho ayer.