Hay pocas cosas que tengo claras en la vida, que Unionistas
de Salamanca no hace prisioneros es una de ellas. La constatación de un hecho,
de una forma de trabajo, que ha quedado reafirmada en este primer mes de competición.
Unionistas no compadrea en el terreno de juego con ningún rival. No regala nada.
El rival duda un segundo, pestañea, deja de pensar por un segundo en el partido
y se ve con cero uno en el marcador sin saber cómo ni por qué. Que se lo pregunten
al Bilbao Athletic. ¿Suerte? ¿Una flor que algún día marchitará? Esto es
Unionistas, qué quieres que te diga. Este club es puro apasionamiento. Una
pasión descontrolada de adolescencia. El orgullo de unos padres hacia unos hijos
que, les podrá ir mejor o peor, pero que siempre son honestos consigo mismos y
no escatiman en luchar por lo que quieren.
Todas las semanas comienzan igual para el equipo. Elogios
por el resultado del último partido pero un mar de dudas acerca de lo que se
puede conseguir en el siguiente. El juego de Unionistas no brilla pero tampoco
hace nada mal. Los rivales entran al campo, tiene su plan y, en un visto y nos
visto, se encuentran con un partido incómodo como quien tiene que soportar una
comida de empresa junto a su jefe. Hacen lo correcto, lucen sus mejores
maneras, reducen al mínimo la probabilidad de cometer un error y, cuando te
quieres dar cuenta, en un visto y no visto, se ha acabado la velada sin que hayas
ganado nada. Así es un partido frente a Unionistas, si no estás al cien por
cien en cada segundo, si no estás inspirado, adiós. Te ha birlado los tres
puntos.
Esta semana he vuelto a ver una charla en la que se afirma
que son necesarias apenas veinte horas de práctica deliberada para dominar lo
suficiente una habilidad y manejarse con cierta soltura con ella. En el debate
después de verla mis alumnos llegaban a la conclusión de que es importante
perseverar. Estoy de acuerdo. La cuestión es que Unionistas de Salamanca no te
concede veinte horas. Unionistas me recuerda al señor Lobo de Pulp Fiction, un
equipo que no se casa contigo y que para hacer su trabajo de noventa minutos no
espera al pitido del árbitro, porque los partidos en el Reina Sofía comienzan los
lunes.