Unionistas de Salamanca 3 - 1 Tudelano
Hay cosas que cambian por completo los planes. Sucesos que
hacen que todo, de repente, pueda esperar y pasar a un segundo plano. Una, la
paternidad, otra que haya partido en el Reina Sofía y, la última, que pongan V de Vendetta
en televisión. Existen películas a las que volvemos a buscar una imagen, una
frase, una escena crucial. Algo que no tiene que ver sólo con la película, sino
con nuestra propia vida y el mundo que queremos vivir.
No voy a destripar la película pero, en uno de los momentos
cumbre, V el vengador enmascarado protagonista de la película que pretende
hacer estallar por los aires el parlamento británico, defiende que no importa el
rostro que esconde porque “bajo ella hay algo más que carne y hueso, hay
unos ideales a prueba de balas” y que, el propósito de sus actos no está en
derrocar a un gobierno, sino en ofrecer esperanza de que otro mundo es posible.
Cargados de esperanza, el estómago repleto de café caliente
y una almohadilla para combatir el frío del cemento es como hemos ido al campo.
Pero, sobre todo, vamos al campo con la ilusión de que, aunque no tenemos un
ápice de control de lo que ocurre en el césped, tenemos el poder de cambiar el
curso de los acontecimientos. Javi nos acerca a la victoria con sus calcetines
de la suerte, Andrés aferrándose a su más que manoseada moneda y Pablo con una
camiseta que no se la quitaría un día de partido aunque estuviese amenazado de
muerte. Sabemos que nos engañamos. Porque no, el resultado, aunque no nos
guste, no depende de nosotros. Pero, preferimos creer y dejar un espacio a que
brote sin reparos nuestra ingenuidad.
Ir al fútbol es una forma de regalarnos un momento de nuestra infancia.
Cerramos los ojos, apretamos el ceño y deseamos algo tanto,
tanto, tanto, que creemos tener la capacidad para cambiar el devenir de las
cosas. Nos sentamos en la grada y actuamos como niños imaginando que el equipo
va a jugar el partido que queremos, que sabrá reponerse al gol del rival y que
alguno de nuestros jugadores encontrará un hueco para que el balón acabe dentro
de la portería. Deseamos que nuestros cánticos ayuden a inclinar el partido a nuestro
favor y que, por eso, ocupamos el puesto más alto en la clasificación.
Los aficionados no tenemos el poder de ganar los partidos. No
damos el último pase. No rematamos a puerta. Esto no quiere decir que no
tengamos un poder. Tenemos el poder de hacer bien lo que podemos hacer. Podemos
amar una camiseta. Podemos animar hasta quedar sin voz. Aplaudir hasta que nos
duelan las manos. Hacerlo no solo ahora que ganamos sino, sobre todo, tener
claro que esto mismo es lo que haremos cuando perdamos. Porque perderemos y cuando
perdamos muchas veces también sufriremos. Porque el fútbol, este que nos gusta,
no es el que trata sólo de ganar, es el que se parece a vivir.
Unionistas de Salamanca: Salva, Manu Sánchez (Marín min.64), Salinas, Ramiro Mayor, Fer Román, Mandi Sosa (Nespral min.64), Íñigo Muñoz (Cris Montes min.64), Acosta, Rayco (Borja Herrera min.82), De la Nava y Espina (De Miguel min.64).
Goles: 0-1 Samanes min.20, 1-1 Pablo Espina min.23, 2-1 Salinas min.71, 3-1 Salinas min.84