Unionistas de Salamanca 1 - 1 Celta B
Mis aplicaciones me conocen mejor que yo. Se adelantan a lo
que necesito. Saben lo que anhelo a cada instante. Gracias a ellas, cada vez,
pienso menos y decido mejor. Para que lo veas claro. A la hora de elegir música
ya no me complico. Entro en Spotify, pongo el día de la semana que es y palante.
Ahí ya tengo un montón de listas de reproducción que satisfacen mis desdolidos
gustos musicales.
Ahora no tengo que pasarme el día, con lo cara que está la
energía, con el ordenador encendido descargando canciones a lomos del burrito
del emule para adornar mi vida con una banda sonora. O peor, pasarme la mañana
de los sábados escuchando del 40 al 1 con una cinta de casete lista, en
permanente estado de alerta, para pulsar sin perder ni un segundo el play
rec al reconocer el inicio de la canción que estabas buscando. Gracias a
eso, en los conciertos, no sólo he cantado las canciones sino las locuciones de
los presentadores que tenían la sana costumbre de interrumpirlas.
La gestión de una cinta de casete no era sencilla. Primero tenías
que elegir la opción adecuada: 46, 60 o 90 minutos. Equivocarte podía dar lugar
a cosas peores que un malibú piña. Si te centrabas en grabar las canciones de
la radio la secuencia podía carecer de sentido y, mucho menos de mimo, sobre
todo si reciclabas cintas. La otra opción no era mucho mejor: copiar un disco. Si
tenías unos padres melómanos puede que contases con tocadiscos y pletina, o si contabas
con una familia espléndida podrías haber recibido el lujo de la doble pletina y
el autoreverse en la comunión. Un pase directo al privilegiado mundo de
los que deciden.
Por otro lado estábamos los más, los que no contábamos con
lujos, tirando de ingenio. Sumando los minutos y segundos de cada canción del
LP para exprimir cada cinta al máximo, sin cortes, o grabando de corrido
sabiendo que, llegado el momento, la cinta llegaría al final y habría que darle
la vuelta. Tengo toda una fonoteca de canciones sin estrofas. Y tengo, también
voy a decirlo, cintas en las que por una cara está el disco debut La Oreja de
Van Gogh y en la otra Molotov.
La vida de un entrenador es parecida a grabar una cinta de 90 minutos.
Da para muchos registros. Un disco en cada parte sin relación alguna
entre una y otra. Puede ser canciones sueltas e improvisadas según esté la
enfermería o nublado su criterio, o lo peor que le podías hacer a una cinta:
dejar incontables minutos de silencio. El último partido de Unionistas ante el
Celta B fue como una cinta que empieza con una buena canción de rock, enérgica
y de buen ritmo, al inicio de cada cara pero que, de repente, pasa a ser un
recopilatorio de Tormes FM.
Quizá no todo fluyó como debiera porque, de vez en cuando,
hay que tratar de burlar al algoritmo. Romperle los esquemas de la vida
predecible y que tenga que esforzarse de nuevo en pensar lo que necesito. Salir
del piloto automático. Ir al fútbol un viernes, buscar una receta vegana y no
un restaurante de comida rápida, leer el NYTimes… Porque al algoritmo, como a
tus rivales, se les derrota con cintas de casete: ofreciendo cambios
inesperados.
Goles: 1-0 De Miguel min.11, 1-1 Miguel Rodríguez min.26.