Unionistas de Salamanca 2 - 1 Rayo Majadahonda
En los últimos días, lo primero al levantarnos es hacer
recuento de síntomas. Nos medimos la temperatura, analizamos la presencia de
mocos, si hay dolor de cabeza o tenemos la garganta irritada. Por el momento,
nada. Tenemos el casillero con cero puntos. Igual que Marta y yo nos pasamos esta
revisión matinal lo hacen en todas las casas y, en los grupos familiares, como
los clubes de fútbol, publicamos el parte médico.
Tenemos la despensa llena de remedios naturales: un kilo de miel de encina, polen, propóleo, aceite del samaritano untado en los marcos de las puertas, cientos de latas de conserva, bombonas de repuesto, el congelador repleto y hemos comprado hasta un robot de cocina para no ponernos límites.
Si finalmente enfermamos, estamos preparados para pelear sin recurrir el ibuprofeno ni a las infiltraciones.
Nos pasamos el tiempo en el salón de casa como quien está en
la sala de espera. Aguardando el síntoma revelador para desprecintar el test y
comprobar que, finalmente, también hemos caído. Nos sentimos como los futbolistas
y médicos enfrentados a la disyuntiva de un debate en que debemos decidir si recurrimos
a un tratamiento conservador o a una operación para hacer frente a su última
lesión. Por mi parte lo tengo claro, en mi caso, seguiré apostado por los consejos
de Txumari Alfaro y los que aparecen publicados en la Biblia dominical de Salamanca:
la revista Pronto.
En la desesperación de no enfermar, llevo meses dándole la brasa a Marta con un dolor de rodilla. Pequeñas molestias que no me impiden hacer ninguna de mis rutinas pero que están ahí. No meto el pie como antes al abrir la puerta de portal cargado con la compra, no arriesgo al optar por subir las escaleras de una en una e interpreto a la perfección el papel de frustrado cuando toca entrenar series de velocidad con los compañeros del club de atletismo.
Me quejo de forma exagerada porque estoy deseando probar, como Diego Costa hizo para jugar la final de Champions en Lisboa e ir al mundial de Brasil, lo de inyectarme placenta de caballo.
El problema lo tengo en dónde encontrarla. En otros tiempos,
para otros dolores más peregrinos, me habría ido a recorrer Salamanca y tomar una cerveza expréss
por La Cuba o buscaría el último garito sin pinchos en la barra por la estación
de autobuses para encontrar el remedio pero, para esto, se me está complicando. Salir
a buscar tus propios remedios, sin prescripción médica, a partir de una edad,
te deja parado en la puerta de casa sin saber dónde ir, mirando a un lado y a
otro como quien está permanentemente en fuera de juego.
Espero poder encontrar pronto la placenta que ando buscando. Si sabéis el
santo y seña de algún lugar majo donde ir a preguntar sólo tenéis que decírmelo.
Mientras busco cura estaré en el Reina Sofía, donde cada quince días, se me olvidan
todos los males.
Unionistas de Salamanca: Salva de la Cruz, Ramiro Mayor, Manu Sánchez (Marín min.81), Jorge Mier (Íñigo Piña min.46), Salinas, Edu Cortina (Nespral min.46), Acosta (De Miguel min.62), Íñigo Muñoz, Rayco, Pitu Doncel y Dela Nava (Cris Montes min.46).
Goles: 0-1 Héctor min.7, 1-1 Salinas min.87, 2-1 De Miguel min.91