Unionistas de Salamanca 0-0 Valladolid Promesas
Me cuesta volver a conectarme con lo que estoy haciendo después
de un descanso. Me pasa en el trabajo y me pasa en los partidos. Son quince
minutos en los que el tiempo vuela con la mirada perdida, en un no hacer nada y
no atender a nada. Me disperso con facilidad, aprovecho para hacer repaso a las
tarea pendientes, a planificar el menú de la semana, a hacer mentalmente la
lista de la compra y otras tareas que me parecen vitales en se instante pero que
no acabaré haciendo. Me distraigo con el menor estímulo , más aún, cuando hay
gente pasando por delante de mí. He gastado meses de mi vida asomado a la
ventana o sentado en una terraza únicamente dedicado a ver gente pasar.
El descanso del último partido se me pasó en un santiamén
viendo a la afición mudándose de un fondo a otro. Cuando me quise dar cuenta ya
iban diez minutos del segundo tiempo, seguíamos empate a cero y caí en la
cuenta que no habíamos comentado nada acerca del cambio de entrenador.
Estábamos cada uno a lo nuestro. Pensando en lo que nos queda por delante, haciendo
cuentas, diez últimas jornadas en las que, como decía Luis Aragonés, es cuando
uno se decide la temporada y, a nosotros cuarentones, nos quedan dos mil
semanas de vida por delante en las que también nos lo jugaremos todo.
Estoy siempre desesperado porque al día le faltan, siempre
queda algo pendiente, una tarea por hacer. Me frustra ver que no tengo tiempo
para lo que aún no he hecho como deben de haberse visto frustrados en la
directiva de Unionistas para cesar a Dani Mori. No les culpo, es el pecado en
el que vivimos todos: centrar la energía en lo que hay que hacer y menos en lo
que estamos haciendo. En este estado mental pasé toda la segunda parte en Reina
Sofía, como parecían también estarlo los jugadores más pendientes de lo que harán
la próxima temporada que en el partido que estaban disputando.
Decía Abderramán III, primer califa de Córdoba, que “en
cincuenta años en el poder, aún teniendo riquezas y honores, el amor de mis súbditos,
el temor de mis enemigos y el respeto de mis aliados apenas he disfrutado de
catorce días de felicidad en mi vida”. Quizá en mayo, cuando el pitido
final del árbitro nos sobresalte, nos demos cuenta que la felicidad estaba en lo
que habíamos hecho en las veintiocho primeras jornadas y no lo que pensábamos
que íbamos a hacer en las diez últimas. Para ser feliz es preciso no saberlo decía Pessoa.
En los descansos no me muevo de mi sitio. Ni siquiera me levanto. Estoy donde estoy. Mirando el mundo que me rodea, consultar el móvil y preguntar a Marta qué tal está Jimena, y hacer repaso mental de lo que probablemente no voy a hacer. No hacer nada es, en ocasiones lo mejor que podemos hacer, para así disfrutar del momento porque no sabemos cuántos más vamos a tener. Pero, sufridores cotidianos del capitalismo, por mucho que hagamos bandera del fútbol popular, siempre terminamos pensando que tenemos mucho más que hacer de lo que estamos haciendo. Esclavos de un tiempo que no tenemos, un tiempo que somos.
Unionistas de Salamanca: Salva de la Cruz, Marín, Manu
Sánchez, Íñigo Piña, salinas, Acosta, Nespral. Cris Montes, Íñigo Muñoz (Espina
min.63), De la Nava (Rayco min.63) y De Miguel (Pitu Doncel min.81).
Goles: no se vieron.