Siempre he querido pasar por la vida como Paco Sanz por el fútbol profesional. No siendo bueno ni malo, simplemente, dando el pego
Mucha gente piensa que hay a quien la vida le sonríe, que tienen estrella. Individuos a los que parece que nunca les falta el dinero, gente que va por la vida vestida con una sonrisa permanente y sin una mancha en la camisa. Abanderados de éxito. Son personas que, aún desconociendo las habilidades por las que destacan, están ahí. Un punto por encima de los demás porque son capaces de hacer siempre lo correcto, tomar siempre la decisión adecuada antes que nadie, se anticipan y cuando tú vas vuelven de allí No sé cómo lo hacen pero ahí están..
Mi preparación para enfrentarme a las exigencias de la vida ha sido sencilla. Comenzó con la decisión de no presentarme a selectividad. Preferí pasar el bachillerato con el Extra Liga de Don Balón y la Guía Marca bajo el brazo como credenciales para mi valía. Era carne de formación profesional. Del estudio riguroso de aquellos memorándum del fútbol español de los noventa he sacado, aunque parezca mentira, la habilidad con la que ganarme hoy la vida. Resumir en treinta o noventa caracteres las bondades de un curso de la misma manera que, en aquellas páginas, presentaban a cada uno de los jugadores de la liga recurriendo a frases hechas. No había uno malo. Hasta Paco Sanz parecía un jugador más que válido. Quien las redactó tiene todo mi respeto y admiración.
Reconozco que hubo un tiempo que estaba obsesionado con el fútbol. Hoy puedo decir que, como con casi todo, la cosa cambia conforme vas cumpliendo años. Pasé de llevar siempre un álbum bajo el brazo, a las revistas de fútbol a, hoy día, vestir siempre una prenda de algún equipo. Esta costumbre arraigó con mi primera salida nocturna en nochevieja. Todos quedamos en ir elegantes, de etiqueta, para no desentonar y poder entrar en el Plutos: el bar de moda en el cambio milenio. La mejor opción que encontré para acompañar la americana que tomé prestada de mi padre fue poner la camiseta de Suiza. Cumplía con todo lo que se en pedía para esa noche: una prenda roja y una elegancia falsificada. Di el pego como Paco Sanz.
Llegar a adulto es darse cuenta de la importancia de los matices. Pulir detalles. Saber buscar la excelencia en uno mismo. Para acercarme a ella he leído tratados acerca de lo necesario que es fijarse nuevos retos y no estancarse. He profundizado en la oferta de formación continua existente para mejorarme, ya sea un curso, máster o píldora formativa no hay opción que no conozca. Me he apuntado durante meses a cada una de las webinar a las que me han invitado. Soy una ambición desbocada demandando una nueva conquista y, tras darle muchas vueltas, pasar noches desvelado, plantear posibles escenarios, consultarlo con mi gente de confianza y definir con claridad el presupuesto disponible he dado con la respuesta. Tras varias semanas, diseñé el desafío que ahora tengo delante.
Me he fijado un gran objetivo, apegado a mi realidad y tras hacer el DAFO más minucioso que nunca nadie haya hecho sobre sí mismo. He encontrado algo a la altura de estos tiempos. He comprado el Football Manager de este año y lo he instalado en el teléfono móvil para no encontrar excusas con las que procrastinar. Mi meta: intentar llevar a Unionistas a la Champions League. No he empezado con buen pie, soy colista y con escasas opciones de salvación. He tenido que prescindir de Nespral para ajustar la economía y De la Nava me está enrareciendo el ambiente del vestuario. Tiempo al tiempo.
Mientras juego a escondidas en los encuentros familiares, ausente de las conversaciones, me imagino manteniendo conversaciones reales en la caseta con mis jugadores, realizando concienzudos análisis del rival con mi staff y diseñando entrenamientos específicos para mejorar a cada jugador. Al mismo tiempo, peino el mercado y valora futuras incorporaciones que se ajusten a la filosofía. Las cosas o se hacen bien o es mejor no hacerlas.
La vida evoluciona. Todo lo hace. El fútbol, nosotros, el trabajo, la vida. Pero el propósito siempre acaba siendo el mismo. ser alguien. Hay quien lo busca en su carrera profesional, en retos deportivos, en aventuras apasionantes. Todos, cada quien a su manera, vivimos para encontrar una forma de salvarnos.