La salida de Lillo de la Unión Deportiva Salamanca desató la solidaridad de sus jugadores con el técnico y el rechazo de la afición hacia la decisión unipersonal de Hidalgo de cesarle.
Las buenas historias de amor no tienen buen final. Después de tres temporadas y media en las que Juan Manuel Lillo consiguió llevar a la Unión Deportiva Salamanca, el idilio entre el técnico y el club llegó a su fin. Como toda relación necesita de una fecha de fin. 25 Febrero de 1996, la derrota frente al Rayo Vallecano en el Helmántico provocaba el cese del entrenador que equiparó, anda más concluir el partido, la derrota con tomar cianuro.
Hidalgo, cansado de su entrenador y reafirmado por los pitos de la afición tras el pitido final, opta por su relevo como medida desesperada, pese haber ratificado su apoyo total al cuerpo técnico y los jugadores el día antes del partido en el propio vestuario, para lograr la salvación y, también por qué no decirlo, como ejercicio de autoridad de Hidalgo. El presidente se veía cuestionado por jugadores y afición por llevar especulando meses con el cese del entrenador por su negativa a reforzar la plantilla e intentar lograr el objetivo con el bloque que había logrado el ascenso.
Juan Manuel Lillo había tomado las riendas del equipo en el verano de 1992. Se trató de una apuesta personal del presidente Juan José Hidalgo que había quedado prendado del juego desplegado por la Cultural Leonesa en sus enfrentamientos la temporada anterior con la Unión Deportiva Salamanca. Sin atender a los críticos con la decisión de dejar el equipo en manos de un técnico de apenas 26 años, el mandatario firmó a Lillo.
En su primer año el tolosarra Lillo dejó al equipo segundo clasificado por lo que se disputó la fase de ascenso, aunque no se logró el objetivo de alcanzar la Segunda División. Hidalgo mantuvo su apuesta al año siguiente y el tiempo le dio la razón. En dos años el equipo voló desde Segunda B a Primera fruto del trabajo riguroso del técnico. -el acierto en las incorporaciones y el despliegue del sistema 4-2-3-1 optimizó el rendimiento, permitiendo a la Unión Deportiva Salamanca recibir numerosos elogios y la admiración de todos los que tenía la posibilidad de verles desempeñarse sobre el césped. Los números de Lillo esos tres primeros años quedan para esculpirlos en oro con 128 jugados con 66 victorias y apenas 25 derrotas, representando un porcentaje de victorias superior al 50%.
Los resultados en Primera División no acompañaron. El juego del equipo seguía siendo atractivo pero, hasta ahora, nadie ha sido capaz de escapar a la dictadura de los resultados, como bien lo ha aprendido Lillo a lo largo de su carrera. La endeblez defensiva estaba hundiendo al equipo. La media de dos goles encajados por encuentro, hacía de la salvación un sueño imposible. Un hilo de esperanza se había abierto con la victoria ante el Sevilla en el Helmántico con el equipo fue del descenso y, una semana después, dejar escapar la victoria en el último minuto ante el Español de Camacho supuso un mazazo del que el equipo no se repuso. Todo podría haber cambiado si Jandri hubiese transformado el penalti en el último minuto que habría dado la victoria.
Un mes después de aquel partido. Lillo era cesado al únicamente lograr dos empates como botín y no haber superado a rivales directos como el Mérida, Valladolid y Rayo Vallecano. El cese llegó y, junto a él, el baile de nombres. Jesús Lacasa se hizo con el equipo de forma interina mientras se hablaba de técnicos como Stielike, Kubala, Joao Alves o Diarte para tomar las riendas. Finalmente el elegido fue una leyenda del club: Jorge D'Alessandro, que no mejoró la dinámica de resultados.
Nadie escapa a la tiranía de los resultados.
El entrenador siempre es el eslabón más débil aunque, como afirmaba Lillo que se sabía en el alambre "Nadie escapa a la tiranía de los resultados", en ocasiones, ocurre que los jugadores entonan el mea culpa. Eso es lo que ocurrió con aquella plantilla que, al día siguiente de la destitución de Lillo, emitió un comunicado mostrando su apoyo al técnico y su disconformidad por la decisión tomada por el Consejo de Administración. El comunicado se componía de cuatro puntos.
Comunicado de los jugadores de la Unión Deportiva Salamanca en apoyo a Lillo
Damos a conocer nuestra total disconformidad y desacuerdo con la decisión tomada por parte del Consejo de Administración del club, encabezado por su presidente Juan José Hidalgo, después de dar su apoyo incondicional al técnico y los jugadores veinticuatro horas antes del partido contra el Rayo Vallecano.
La plantilla se considera la principal responsable de la mala marcha del equipo y pensamos, por ello, que la decisión de destituir al entrenador de su cargo no es la más adecuada.
Mostramos nuestra solidaridad con Juan Manuel Lillo. él ha llevado al equipo y la ciudad a Primera y pensamos que la única persona capaz de sacarnos de nuestra situación es él.
La plantilla seguirá poniendo todo su esfuerzo y empeño frente al nuevo cuadro técnico que le sustituye para sacar al Salamanca de donde se encuentra, aunque nos sintamos solos en esta situación.
Al día siguiente de la emisión del comunicado Juan Manuel Lillo ofreció una rueda de prensa de despedida. El acto estuvo cargado de mucha emoción debido al cariño que el afecto que tanto empleados del club como aficionados le profesaban. Se cuenta en la prensa que hubo incluso aficionados que entregaron sus carnets como acto protesta ante una decisión que ni entendían ni compartían. El ya exentrenador de la Unión Deportiva Salamanca afirmó que, sin duda, el momento de despedirse de quienes han sido sus jugadores ha sido lo más emotivo que ha vivido en su etapa en la UDS.
Por otra parte el técnico no quiso entrar en polémicas alrededor de su destitución ya que las destituciones es lo más habitual en el fútbol. Porque como bien dice " a un entrenador sabe por qué le despiden pero nunca por qué le contratan". Expresó asimismo su deseo y convicción de volver en el futuro a tomar las riendas del equipo si este lo necesitara.
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