La electricidad de la afición de Unionistas llevó al equipo a su primera victoria de la temporada.
Unionistas de Salamanca 3 - 2 Bilbao Athletic
Había ganas de fútbol en Salamanca, de ver a Unionistas y medirlo en su primer partido como local. Casi 4.000 aficionados se acercaron al campo, en el que se estrenaba un nuevo derroche de luz y pantallas que hacían del campo el escenario de un grupo de rock & roll. Todo energía fue el comienzo del partido, con los jugadores yendo a cada balón como si tuvieran el botón de correr continuamente pulsado.
Primeros minutos eléctricos, como el solo de Slash en el tema de Guns and Roses, con ocasiones llegadas a raíz provenientes de errores ajenos más que de aciertos propios. En esas estábamos que, cuando llegó la balada del minuto 23, gol de Ibón Gómez que se marcó unos pasos de ballet para marcar, aprovechado el cambio de música y la pasividad de la defensa, con un disparo imposible para Iván Martínez.
Tocaban unos solos de guitarra para levantar el partido. Iván Moreno, desde el lado derecho del ataque salmantino, se puso al frente del equipo y, con un par de riffs, marcó el ritmo a seguir. Tras varias cabalgadas e intentos de desborde, en el tercer intento, puso un balón perfecto al centro del área y Pau Martínez emergió entre las torres rivales para poner un cabezazo de los que saben seguir ritmo en un buen concierto. Empate y minutos por delante para llegar al descanso e intentar darle la vuelta al marcador. No pudo ser.
La segunda parte comenzó con algo menos de intensidad pero con Unionistas más cerca del área rival. En una de estas, corner para Unionistas, siempre Iván Romero y Pau como la guitarra y el bajo que se juntan en una esquina acaparando la atención mientras al otro lado del escenario se mueven las piezas, lo bota Pau al corazón del área pequeña para un Carlos De la Nava que consigue prolongarlo para dejar el balón en el fondo de la red. Un tanto que genera el momento más emotivo del partido con un Carlos señalando al cielo recordando a su padre y tomado por las lágrimas. Pelos de punta.
Después de la descarga emocional los cachorros vuelven al ataque, la buscan y, en un disparo al borde del área, el balón se estrella en el larguero cuando todo apuntaba a que sería el empate. Siguiente jugada, Iván Moreno vuelve a hacerse con el balón en la esquina del área, se adentra hasta la línea de fondo y, al dar el pase atrás, un defensa golpea el balón para meterlo en su portería. Él no quería.
El partido parece finiquitado. Se va De la Nava llevándose una ovación de recordar para dar paso a Steffan. El partido parece cerrado, el Bilbao Athletic apura los cambios finales entrando Oyono, un chaval de 16 años, que tuvo el empate a tres después de que los bilbaínos hubiesen acertado la diferencia. Al final victoria para Unionistas con unos quince minutos finales en los que tocó sufrir y mucho, como en un concierto en el que los bises se hacen largos y duelen los pies. Así acabó el equipo de Dani Llacer que dejó buenas sensaciones, malos ratos y un gran resultado.
La vuelta a casa rescatando el Appetite for destruction, una de las cintas de cassette que más circularon a finales de los ochenta, con sus subidas y bajadas, sus temas mejores y peores, fue el mejor epílogo para todo lo que nos ofreció la noche.