Quique Estebaranz dijo adiós al fútbol visitiendo la camiseta de la Gimástica Segoviana.El conjunto castellano confió en su veteranía para darle el liderazgo del equipo en su estreno en Segunda División B.
Hay jugadores que enamoran y jugadores que desesperan. Quique Estebaranz era capaz de enamorar y desesperar a la afición por igual. Este extremo zurdo, muy habilidoso y regateador, vivió sus años dorados defendiendo la camiseta del CD Tenerife que le valió para alcanzar a ser internacional con la selección española y que Johan Cruyff, aprovechando que acababa contrato, le reclutase para el Fc Barcelona.
Quique Estebaranz (Madrid, 1965) llegó al fútbol de elite en las filas del Atlético Madrileño, alcanzando a debutar en Segunda División de la mano de Joaquín Peiró, con apenas 19 años. Al equipo rojiblanco había llegado tras despertar la admiración de todos en el CD Virgen de la Paloma, equipo del barrio de Tetuan en donde Quique se hartaba a regatear a quien le saliese al paso.
Tras varios años en el filial emigró a Santander donde quien había sido su entrenador en el Atlético Madrileño, José Armando Ufarte, le reclamó para vestir la camiseta del Racing. El año a orillas del Cantábrico fue inolvidable para Quique Estebaranz que alcanzó a marcar 23 goles, siendo el máximo goleador de Segunda División de aquella temporada 1988-89 por delante de Pepe Mel, logrando cuatro goles en un solo partido en una goleada por 7-0 en El Sardinero frente al Barcelona Atlético..
El gran rendimiento en Santander le permite alcanzar la Primera División con el CD Tenerife en donde va estar cuatro temporadas. El equipo canario regresaba a la máxima categoría tres décadas después dando lugar a los mejores años de la historia del club. Una plantilla en la que aparecen Felipe Miñambres, Rommel en la que, cada año, van llegando jugadores como Chano, Dertycia, Pizzi, Mata... que le dan un salto de calidad al equipo reforzado con la presencia de Jorge Valdano en el equipo. Con el argentino en el banquillo el equipo pasa de pelear hasta el último día por la permanencia a clasificarse para jugar la Copa de la UEFA.
Años inolvidables en los que se ve al mejor Quique Estebaranz, aportando desborde y goles que le valen para que Javier Clemente le reclute para vestir tres veces la camiseta de la selección en la fase de clasificación para el Mundial de Estados Unidos 1994. "Viene a la selección porque está en un moneto bonito y haciendo goles" dijo el técnico vasco para justificar su convocatoria. Se quedará fuera de la lista definitiva para la cita mundialista pero, si en algún momento tienes la oportunidad de ver uno de los momentos históricos de la selección, podrás descubrir que el comentarista de aquel mítico partido ante Dinamarca en el Sánchez Pizjuan era Quique Estebaranz tras ser uno de los dos descartados por Clemente para ese partido. .
La salida del Tenerife le llevó a firmar por el FC Barcelona de Johan Cruyff. Llegó al equipo blaugrana en el verano de 1994 junto al brasileño Romario y al asturiano Iván Iglesias. Apenas pasará una temporada como blaugrana en la que juega 24 partidos en los que consigue el título de Campeón de Liga aunque apenas sin protagonismo. Desplazado a la banda derecha Estebaranz no brilló en el Camp Nou y, pese a su papel residual, le tocó vivir de primera mano una de las noches más trágicas del barcelonismo. La derrota en la final de la Copa de Europa en Atenas por 4-0 ante el Milán de Fabio Capello. En ese duelo Estebaranz jugó sus últimos minutos como jugador del FC Barcelona saliendo a disputar los últimos veinte minutos del encuentro en lo que se considera el funeral del 'Dream Team'.
De Barcelona pone rumbo a Sevilla, 35 millones de pesetas y un amistoso fue el precio a pagar, donde pasará dos temporadas en las que apenas acumula a jugar una veintena de partidos que pasan sin pena ni gloria para, finalmente, vivir su última experiencia en la máxima categoría en las filas del Extremadura. En Almendralejo vuelve a sentirse importante, es el jugador mejor pagado de la plantilla con 25 millones anuales por los 4 millones de su compañero Ito, sueldo más bajo de la categoría, jugando casi todos los partidos, en una campaña en la que los extremeños estuvieron a punto de lograr la permanencia en su primera incursión en la máxima categoría. Quique Estebaranz, en lo que Ángel Cappa denominaba la crisis de la madurez y sabedor de que su fútbol ya no le daba para el máximo nivel, puso rumbo a Ourense, tras apurar hasta el último día el mercado estival de 1997. En tierras gallegas estuvo dos campañas antes de recalar en la Gimnástica Segoviana donde disfrutarían de sus últimos caracoleos con el balón.
Quique Estebaranz en la Gimnástica Segoviana
Quique Estebaranz llegó a Segovia para aportar su experiencia y calidad de cara a conseguir la permanencia del equipo en su llegada, por primera vez en su historia a la Segunda División B. El equipo castellano dirigido por Vidales, técnico con experiencia en el filial del Sporting de Gijón, se había reforzado con jugadores de corte defensivo como David Miner, Acebal o Raúl con el objetivo de, encajando poco, tener más opciones para lograr la salvación.
Sin embargo, el problema no estaba en la capacidad para guardar la propia portería. El drama era la incapacidad para marcar goles. Con apenas 20 goles marcados en toda la temporada lograr la permanencia se convirtió en un imposible. El conjunto segoviano estuvo, en todo el campeonato, un total de veinte jornadas en las que no vió puerta, encadenando secuencias de seis partidos sin hacer un solo tanto. Valga come referencia que el máximo artillero de aquella campaña fue Agustín, un joven delantero de la casa, que hizo tres goles. Quieque Estebaran, por su parte, apenas logró aportar un tanto en la última victoria ante la Cultural Leonesa del cuadro gimnástico aquella temporada.
Con tan flojo bagaje ofensivo sorpende que, aún así, el equipo alcanzase a sumar 35 puntos en su casillero, gracias que su trabajo defensivo era notable al encajar unos dignos 47 goles. Pese a que el equipo segoviano logró marcar en las últimas cinco jornadas, algo insólito ya que, como máximo, lo había lograda en dos jornadas consecutivas no tuvo opciones. La llegada de Casuco en sustitución de Vidales mejoró al equipo en lo ofensivo pero a costa de la solidez en defensa. Incluso el ratyiod e puntos por partido fue a peor ya que Casuco se quedó en un 0,6 puntois por partido (10 puntos en 13 jornadas) por 1punto por encuentro (25 puntos en 25 partidos) de su predecesor.
Quique Estebaranz poco pudo aportar a aquel equipo. Un último año en un equipo modesto de una ciudad pequeña que vivía con ilusión su desembarco en la tercera categoría. El cuadro blaugrana pasó gran parte de la campaña en los puestos de descenso, ya que su ñúltima jornada fuera de la quema fue en la jornada 22, pero los ocho encuentros finales en los que no logró vencer ningún partido ni ante sus rivales inmediatos dictaron sentencia. No fue hasta 12011 que el cusdro segoviano volvería a Segunda B para jugar en el estadio Helmántico para enfrentarse a la Unión Deportiva Salamanca.