Llevo la semana desasosegado hasta tal punto que estaba deseando escuchar a un argentino. No a cualquiera sino a José Luis Acciari, el nuevo técnico de Unionistas de Salamanca, para conocer su visión de la situación más allá de los lugares comunes de su presentación.
Acciari llega para suplir a Dani Llácer con un bagaje que, de partida le beneficia frente al valenciano, que es el de su trayectoria. Si como técnico su bagaje no ha sido para dar palmas así de entrada, ya pasó con otros entrenadores blanquinegros como pudo ser Dani Ponz, el hecho de haber tenido recorrido como futbolista le facilita la autoridad.
Todos necesitamos de autoridad, aunque nos cueste reconocerlo, cosa que con Dani Llácer se había perdido, según daba la impresión, hace tiempo en el vestuario de Unionistas. Un entrenador es un creador, potenciador y corrector de vínculos. Los individuos y los grupos, por lo tanto jugadores y equipos, se desarrollan a partir de la capacidad para establecer relaciones de éxito com quienes le rodean. Algo que en las últimas semanas no existía en Unionistas, cargue cada parte con su responsabilidad.
Así que, la principal tarea de Acciari será la de hacer de terapeuta. Su primera tarea será la de mejorar los vínculos en partes y zonas clave, por ejemplo el centro de la defensa. El argentino debe hacer todo lo posible para que Ramiro y Carlos Garcia se entiendan. Conseguir que la pareja de centrales en Tarragona dejen de parecer Pedro Sánchez y Feijoó, incapaces de ponerse de acuerdo siquiera en lo básico para evitar una deriva que afecta al resto. Lograr que Chuca y De la Nava vuelvan a recuperar la magia de sus primeras citas o que los jugadores se pasen el balón y no los marrones cuando se vean comprometidos. O, como decía, el técnico en su primer entrenamiento a los delanteros presionad al rival no porque os lo pida el entrenador sino porque lo necesitan los compañeros.
Para conocer la importancia de generar vínculos hay un experimento llamado la cara en pausa en la que, a la figura de apego de un bebé, ya sea su madre, padre, abuela... se le indica que mire de forma inexpresiva al retoño. La respuesta del bebé es una incomodidad que muestra llorando, pataleando o gritando, con el objetivo de volver a reconectar con esa figura. Dani Llácer, desde su enfoque teórico como técnico, provocó está desconexión con jugadores y grada que toca reconstruir.
José Luis Acciari, debe hacer frente a una situación adversa pero remediable a la hora de encarar estos dos meses al frente de Unionistas. Su principal tarea no será centrarse en lo táctico, en dibujos, esquemas o flechas. Su tarea es reconectar a los jugadores con su figura como entrenador y, a través de ellos, la vinculación de la grada. Aquí estará la clave para asegurar la permanencia logrando ocho puntos en las ocho jornadas que quedan.
Igual que hay relaciones que dañan también las hay que curan, que generan confianza o que dan seguridad. Conseguir que las relaciones actuales de la plantilla mejoren requieren trabajar a fondo en ellas. Ahí es donde entra Acciari acostumbrado, desde su tiempo de futbolista, a ejercer ese tarea desde su rol de mediocentro: sostener las interacciones del equipo. Ser su conector, el pegamento de pequeños encuentros que nos conecten con algo más grande. Eso quiero del nuevo técnico, no demando una victoria inmediata en Tarragona, solo empezar a sentirme seguro.